jueves, 2 de abril de 2020

Ehunmilak 2019: Las cien millas vascas

El 2019 fue el año de la revancha. El año anterior tuve que retirarme de la Transgrancanaria por un esguince y la Ehunmilak se acortó por las tormentas eléctricas, así que decidí repetir el plan este año.

Finalicé la Transgrancanaria 2019 con éxito en febrero, en menos de 22 horas y puesto final 152 (de 772 starters, 525 finishers). Tras un mes y medio de descanso, retomé la preparación de la Ehunmilak con una carrera de 50km/+2100m en Gales, la Brecon Beacons Trail Running Event, y un par de entrenamientos largos en la zona del Txindoki. De especial valor e interés fue la casi triple subida desde Amezketa a Txindoki y al Gambo con mis primos Jorge y Marcos durante un total de unas 12 horas. Jornada para el recuerdo!

Con Jorge y Marcos preparados para subir al Txindoki desde Amezketa

Día D (12 julio 2019): La carrera empezó a las 6pm con bastante calor. Los primeros 20km hasta Zumárraga supusieron sudar mucho. Fue la parte más calurosa de toda la carrera, por lo que me iba tomando mis pastillas de sal e hidratándome bastante. Noté que la gente (o quizás era yo) salió bastante rápido. De hecho, recuerdo que el año pasado se formó un embudo al comienzo de la primera subida, según se pasa de un camino ancho al sendero. Este año fue bastante más rápido.

Recogiendo el dorsal con mis tíos Eduardo y Jose...y Carlos!

Salida en Beasain

En este primer tramo hay dos subidas fuertes pero estamos aún con fuerzas y se lleva bien. En Zumárraga (2h54m / km 20) me encuentro con mis tíos Edu y Jose y Carlos, lo cual es un subidón de moral. Paro a comer y beber y me dicen que soy el 140 de carrera, mejor de lo que pensaba!

Avituallamiento de Zumárraga (km 20)

Me despido de la familia (ya hasta el día siguiente) y nada más salir de la ciudad empieza otra subida que tomo con tranquilidad pero a buen ritmo. Me acuerdo del año pasado y eso ayuda a ubicarme. En todo este tramo hasta Azpeitia (8h47m / km 53) voy prácticamente sólo. Eso sí es una diferencia con respecto al año pasado donde me uní a dos corredores y se hizo la noche bastante amena y sin el miedo al sueño que tenía esta vez. Sin embargo, afortunadamente no me entró. Además no encontramos barro y al caer el sol la temperatura se hizo muy agradable.


La temida bajada de más de 700 metros de altura a Azpeitia por la calzada romana fue asequible, sin resbalones este año, pero eso sí, dejando las rodillas muy machacadas tras tanto tiempo golpeando sobre piedra cuesta abajo.

En Azpeitia paré un buen rato a alimentarme. Desde hacía ya un par de avituallamientos notaba ácidos al tragar incluso cosas simples como la naranja, pero sabía que la necesitaba igualmente así que seguí tomándola a pesar del dolor posterior de los ácidos en la garganta.

Entrada en Azpeitia (km 53)

El único tramo de la carrera que no conocía era el de Azpeitia a Tolosa, y he de decir que fue donde peor lo pasé de toda la carrera. Al cansancio a esas horas de la mañana se unía la debilidad psicológica de lo desconocido y se formó un cóctel que no se repitió más en toda la carrera...afortunadamente!

Me notaba muy débil en la subida a Zelatun. La inclinación del terreno era brutal y parecía que no se terminaba. Estuve cerca de 3 horas subiendo prácticamente todo el rato! Sólo pude tomarme a mitad de subida un gel sabor Cola que me supo a rayos, pero que me dio las fuerzas suficientes para continuar.

En Zelatun (11h44m / km 66) empezó a amanecer y puse la radio en mi MP3 para relajar la mente y que no enrocarme en lo mal que lo estaba pasando. Poco a poco fui cogiendo fuerzas, pude comer y beber más, y tras coronar el Ernio empecé una larguísima bajada de casi 1000 m de altura a Tolosa en la que ya me sentía mejor, acompañado de la luz del sol. El gran bache, que sin saberlo aún iba a ser el más grande de la carrera, había pasado.

En Tolosa (13h53m / km 77) me esperaba mi tío Eduardo. Yo había dejado una bolsa de vida y aproveché para cambiarme de camiseta y calcetines mientras comía una sopa con fideos, unos macarrones, y le contaba a mi tío las sensaciones. Tras pasar un chequeo de material en el que me pidieron enseñar el DNI, continúo viendo que me mantengo en posiciones rondando el 130 a pesar del largo mal rato que pasé.

Cambiando de ropa y contando sensaciones con el tío Edu en Tolosa (km 77)

Desde Tolosa, a pesar del cansancio, es otra cosa. Este tramo lo había hecho entrenando y más o menos a la misma hora. Me da fuerzas pensar que sé lo que va a venir y sigo corriendo todo lo que puedo y caminando cuando las cuestas se inclinaban mucho. Llego a Amezketa (17h12m / km 96) casi al mediodía y empieza a notarse el calor de nuevo, pero afortunadamente está nublado y el sol no nos da de pleno. Eso va a venir genial en la subida al Txindoki.

En Larraitz, al comienzo de la subida al Txindoki, me da otro subidón de autoestima cuando vuelvo a encontrarme a mi tía José, mi tío Eduardo y mi hijo Carlos. Qué alegría nos dio a todos vernos! Besos y abrazos que sentaron mejor que cualquier gel :)

Recuperando fuerzas psicológicas con mi tía Jose y Carlos en Larraitz, antes de la subida a Txindoki

Me encontraba bien mentalmente y esta subida la había hecho 4 veces en las ultimas 6 semanas así que tenía confianza y sabía que podía beber con tranquilidad ya que en la subida hay dos fuentes de las que se puede beber sin temor a problemas estomacales. La subida fue de todos modos lenta, de más de 2 horas hasta el pico Gambo (km 105),  las piernas ya llevaban muchos kilómetros encima. Desde ahí un par de repechos más y bajamos a Lizarrusti (21h53m / km 116) sin parar de correr en todos los descensos y llanos posibles. Seguimos mejorando poco a poco posiciones.


En Lizarrusti vuelvo a ver a mis tíos y a Carlos, que está durmiendo. Gracias al empuje de mis tíos paro en los servicios sanitarios para que me miren una ampolla pequeña pero muy dolorosa en el dedo meñique del pie que llevaba muchas horas dándome guerra. La verdad que mereció la pena, qué diferencia a partir de ahí!

Saliendo de Lizarrusti (km 116) con la ampolla curada, qué alivio!

Me despido de ellos hasta el próximo punto, Etzegarate, y me adentro en "el bosque encantado" como decían algunos. Desde luego es el tramo que más leyendas urbanas abarca. Oí de todo hasta llegar: que si es el peor tramo psicológico de la carrera, que si es el único tramo donde vienen marcados todos los kilómetros para que la gente no decaiga (mentira)...el caso es que es un bosque sube-baja bastante monótono que no sabes cuándo termina y desespera. A mí incluso me entró un dolor en una rodilla que me impedía correr y me temí lo peor (había tenido algo parecido en el UTMB y fue una tortura). Me puse a andar durante unos minutos, luego, poco a poco, volví a trotar y se me pasó, pero ya me estaba viendo abandonando por problemas con el menisco o algo así. Afortunadamente como vino, se fue. Sería un embrujo del bosque encantado? :)

La llegada a Etzegarate (25h 10m / km 130) fue inolvidable, con mi pequeño corriendo hacia mí cuesta arriba cuando me vio...muy emocionante. En este punto tenía la segunda bolsa de vida. Volví a cambiarme la camiseta y los calcetines pero esta vez también cambié las zapatillas New Balance Hierro v4 por unas Hoka ATR Challenger 3 muy cómodas, anchas y amortiguadas, que era lo que necesitaba para mis hinchados y doloridos pies. Me despido de mi tía Jose y de Carlos, ya que se acerca la noche y ellos se van a acostar. Si seguía a ese ritmo llegaría a la meta en la madrugada, mala hora para la afición, pero mi tío Eduardo estaría allí fuese la hora que fuese, bravo!!

Carlos corriendo hacia mí al verme llegar a Etzegarate...momentazo!

En estos últimos 40 km sucedieron muchas cosas. Yo seguía con mucho ánimo y a un ritmo que no me esperaba. Tras pasar Zegama, un corredor me pide usar mi móvil para llamar a su mujer ya que se iba a retirar debido a su rodilla, machacada tras 135km. La llamamos y allí se quedó en la carretera esperando que le recogieran. Me dice que si sigo así me quedaban unas 7 horas para llegar a meta (llevaba 27 o 28 horas en ese momento).

Tras eso llegó un tramo odioso (al menos en ese momento para mí) con neblina y sube-bajas interminables hasta llegar al avituallamiento de San Adrián (27h36m / km 139), donde la amabilidad de los voluntarios y su buen rollo con los asturianos me despeja y aclara la mente, otra vez positiva para afrontar la subida al Aizkorri.

En esta subida se hace de noche. Tras pasar la ermita de San Adrián empieza una pronunciada subida por zona arbolada. Al salir de allí hace un viento fuerte combinado con neblina. Como las fuerzas ya flojean, el viento incluso me tambalea y tengo que andar con cuidado en una parte donde el camino tiene una caída vertical a un lado. Hace frío. Parece que nunca llega el refugio del Aizkorri pero empiezan a oírse las voces del personal de la carrera. No es punto de avituallamiento así que sigo sin parar para no destemplarme.

La bajada es una pesadilla. No es zona de correr, debido al tamaño de las rocas. Hay tanta niebla que apenas alcanzo a ver el siguiente reflectante para continuar por el camino correcto. Los metros avanzan muy lentamente. En el siguiente avituallamiento nos aconsejan ir juntos a Rafael, otro corredor de Huelva con el que coincidí, y a mí, para poder ayudarnos con la poca visibilidad...y menos mal! Incluso juntos perdimos el camino alguna vez al no ver más allá de un par de metros. Además sigue haciendo viento y el ambiente es muy húmedo.

La bajada bosque a través hasta llegar al avituallamiento de Oazurtza (31h05m / km 148) acaba de machacarme las rodillas. Son casi 700m de bajada vertical en un terreno de tierra suelta que precisa de una potencia de piernas que no tenía, y encima durante más de una hora. Al llegar a Oazurtza tuve que sentarme a relajar el dolor que sentía por las dos piernas.

Una vez recargada un poco la barra de energía, continúo camino de Mutiloa. Aquí me separo de Rafael ya que intento correr algún tramo y él decía que ya no podía correr. Un placer ayudarnos en esas condiciones y ese tramo tan duro!

En Mutiloa (32h54m / km 158) me uno a un grupo que decide tirar para bajar de 35 horas. Me parece apurado al ritmo que podía llevar a esas alturas pero me uno a ellos. Primero sólo andábamos aunque ritmo muy ligero pero esa zona es bastante llana así que algunos con fuerzas nos pusimos a trotar lo que podíamos. Y así hasta entrar en Beasaín donde un cúmulo de emociones me invadieron tras una gran aventura con altísima exigencia y cuyo resultado fue mucho mejor que mi mejor pronóstico.

Al llegar a la plaza del ayuntamiento veo que me esperaba mi tío Eduardo. Eran casi las 5 de la mañana y ahí estaba, con una sonrisa y compartiendo orgulloso la alegría en su rostro...qué tío! (y nunca mejor dicho)


Finalmente fueron 34h 46m, en el puesto 94 de 280 finalistas (515 starters). Increíble! Qué carrerón! Qué experiencia! Desde luego una carrera muy recomendable con una organización de 10, unos paisajes preciosos y un ambiente que hace sentirte especial a pesar de ser uno más, y eso no pasa en todas las carreras.

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