miércoles, 1 de julio de 2015

Western States Endurance Run 2015

La Western States Endurance Run, WSER, WS100 o simplemente WS, es la carrera más antigua que existe de 100 millas (161km) en el mundo, exactamente desde 1974. Parte de Squaw Valley, muy cerca del lago Tahoe, y termina en Auburn, un pueblo que tuvo su esplendor en la época de la búsqueda de oro. El desnivel acumulado es +5500m / -7000m. Para participar en la WSER se necesita terminar una de las carreras calificativas de una selecta lista, algunas en un cierto límite de tiempo. Además de ser afortunado en un sorteo.


Hasta el 2015 sólo 3 españoles la habían terminado, y este año, de golpe, otros 3 españoles lo intentaríamos. Yo soy un amante del deporte, de la montaña, y de viajar. Con ese cocktail intento todos los años descubrir un lugar nuevo, y una carrera distinta. Gracias a haber terminado en 2014 la UTMB, me presenté al sorteo de plazas de la WSER sin ninguna esperanza, pero me tocó.

Mi objetivo primordial era acabar en menos de 30 horas, aunque he de admitir que había entrenado pensando en poder bajar de 24 horas, y los test salieron bien. Siendo conservador, significaba hacer una media de 7km/hora.

Llegué el miércoles 24 de junio por la noche a San Francisco con mis padres, que serían mi equipo de apoyo (Crew) en la carrera, y mi hermano Carlos, que fue mi pacer/liebre las últimas 40 millas (61km). Sólo dos días para ajustarse al cambio horario, que resultó ser poco tiempo al final.

Foto: Con mi Crew y mi Pacer en la salida, 17 horas y 42 minutos antes del pistoletazo.

El día anterior a la carrera fuimos a recoger el dorsal, y escuchar la charla informativa. Se podía ver un ambiente muy profesional, con mucha gente que ya había corrido otras ediciones y en el que no sobraba un gramo de grasa. Allí conocí en persona a Miguel Ángel Casarrubios, el otro español que corría la WSER en 2015 (además de Emma Roca, que estaba entre las favoritas, y que no encontré). Cenamos pronto y a las 20:30 estaba en la cama, ya que el despertador iba a sonar a las 3am. Pero los nervios hicieron que a la 1am ya estuviera despierto.

Foto: Lorenzo Prieto Saiz con Miguel A. Casarrubios, el otro español del pelotón (a excepción de Emma Roca), justo antes de empezar. 

El 27 de junio a las 5am empezó la carrera. La primera subida es la más larga y hasta el punto más alto de la carrera, The Escarpment, por lo que aconsejan tomárselo con calma. Yo subí a ritmo cómodo acorde a los entrenamientos. Para tener una referencia, pregunto a una mujer con la que iba subiendo en cuánto pensaba terminar, y me dijo que iba a intentar en menos de 20 horas. Resultó que era la famosa Nikki Kimball, ganadora de la WSER en 3 ocasiones y que iba a completar su WS número 10, finalmente en algo más de 22 horas. Qué privilegio! Y mi objetivo de 24 horas empieza bien!

En la bajada Nikki se lanza y yo decido ir a mi ritmo, ya que de todas formas iba mejor de lo previsto. El sol empieza a subir y se va notando que ya no corre la brisa. Al llegar a Duncan Canyon, km 38, empiezan a ofrecer esponjas para el cuello en los avituallamientos. Estamos por encima de 30 grados y el calor sofoca.

                 Foto: Tras 3 horas de carrera, a las 7a.m. el calor empieza a apretar

La subida a Robinson Flat (km 48) se convierte en mi primer calvario, el calor me provoca una pájara importante, tengo que bajar mucho el ritmo y llego pálido a este punto donde mis padres y mi hermano me esperaban. A pesar de la pájara llego con unos 20 minutos por delante de la barrera de las 24 horas y en torno a la posición 60 de los 371 corredores que empezaron. En esas posiciones los corredores no paraban a descansar o a comer mucho, una costumbre que ya había visto en videos y los tiempos de años previos. Pero yo decido parar con mi gente y recuperar el color de mi cara, lo que me hace bajar al puesto 90 y algo y con mi primer objetivo de 24 horas justito. Pero no me importaba, lo prioritario era acabar y si seguía así no lo iba a conseguir.

Foto: En Robinson Flat, tras la primera pájara importante. 

Así continué hasta Last Chance (km 69,7), justo antes de los famosos y temidos cañones. Llegué con 3 minutos de adelanto a la barrera de las 24 horas pero el calor había hecho ya mella. A partir de ahí la historia fue otra. Esta parte de la carrera es mítica, pude reconocer en la bajada el lugar en que Kilian Jornet demarró para irse de Anton Krupicka y Geoff Roes en 2010 (os recomiendo ver la peli-documental "Unbreakable"). Crucé el puente recién reconstruido con el cartel de “Límite del Puente: 5 corredores o 3 caballos con sus jinetes”. Tras el puente empezó la subida más dura de mi vida a Devil´s Thumb (qué apropiado, el “Pulgar del Demonio”). Un calor de unos 38 grados acabó mermando mis fuerzas y me encontré mareado. Tenía que parar cada 40-50 metros. Me iban pasando corredores que me preguntaban si necesitaba algo. Seguí subiendo mareado y me empezaron a dar arcadas, me tambaleaba. Me paraba. No me entraba nada en el estómago pero bebía por si era deshidratación, no sabía cómo salir de ahí. Eché de menos los bastones que no dejan llevar en esta carrera. Pensé que no llegaba al avituallamiento, y peor aún, tenía a mis padres y mi hermano que me esperaban en Michigan Bluff y no creía que iba a llegar, qué mal rato! Finalmente las arcadas y el mareo se convirtieron en vómito de más de 1 litro de agua, estaba cerca de la cima. Un médico se acercó y me dijo que si me ayudaba tenían que eliminarme, que intentase llegar al avituallamiento. Ya estaba cerca y lo conseguí. Ahí me dieron sopa y me dijeron que no bebiese agua en un rato. No me entraba nada de comer. Sin duda, si no hubiese sido la Western States 100, y si no hubiese tenido a mi gente esperándome, habría abandonado. Nunca lo pasé tan mal. Pero seguí.

Llegó el segundo cañón, bajada de nuevo hasta el río para subir a Michigan Bluff. Estaba muy débil. No tenía fuerzas ni para correr cuesta abajo! Poco a poco empecé a trotar y en el fondo del río pude comer en el avituallamiento de “El Dorado Creek”. Eso hizo que la segunda subida no fuese tan dolorosa como la primera, sólo tuve que pararme una vez por mareos en el camino.

La llegada a Michigan Bluff marcó un punto de inflexión. Mis padres y mi hermano se asustaron al verme, de hecho no pudieron aguantar la emoción por el sufrimiento que veían en mi cara, afortunadamente no lo mostraron delante de mí para no añadir más a lo que llevaba encima. Me animaron. Realmente lo peor había pasado. Ya no importaban las 24 horas, que ya había perdido. Cada vez veía más bonita la hebilla de bronce, y afortunadamente el margen con las 30 horas me permitía poco más que ir andando el resto de la carrera. Además en breve mi hermano se unía como pacer. Probé a comer un producto semisólido del avituallamiento porque no me entraba ningún gel ni nada sólido, era nuevo para mí, pero resultó sentarme bien. Me dio fuerzas. Tenía que seguir! Lo peor había pasado! En Michigan Bluff llegó el otro español, Miguel Ángel, poco después que yo, también sufriendo en los cañones, y haciendo una carrera soberbia con gran tesón.

 Foto: En Michigan Bluff, tras los fatídicos cañones, intentando coger algo de fuerzas 

Desde allí pude correr de nuevo, seguí comiendo ese producto y llegué decente a Foresthill, km 99,8. “Qué pronto llegas Loren! Y con buena cara!” dicen mis padres. Rápidamente Carlos se prepara para unirse hasta el final como Pacer. Serán 61km, de noche sobre todo, la mayor distancia que él habría hecho. Pero se preparó muy bien este año, y no supuso ningún problema para él las casi 11 horas corriendo. A mí me dio la vida, hablamos, reímos, disfrutamos los pasos míticos y toda la atmósfera de la carrera. Yo no volví a sentirme tan mal como en los cañones, tan sólo las piernas me dolían en aumento, pero qué podía esperar!

Cuando llegamos al famoso río Americano, el paso de Rucky Chucky (km 126), nos emocionamos. Este año se cruzaba el río andando, debido al caudal, en vez de en bote. Aun así nos cubrió el agua hasta la cintura. Un agua fría que ya de noche no se agradecía tanto. Cuando llegamos a Green Gate, nos esperaban nuestros padres y pudimos cambiar de zapatillas y calcetines, un alivio.


                                         Foto: Cruzando el American River, km 126

En general, en todos los avituallamientos paramos más tiempo que la media, y si estaban nuestros padres, aún más. No importaba, el objetivo de bajar de 30 horas parecía asequible y así podíamos disfrutar más tiempo de su compañía. Todo iba bien.

Amaneció poco antes de llegar al cruce de la Autopista 49, avituallamiento del km 150. Antes nos había rellenado los bidones en “Brown´s Bar” el crack Hal Koerner, ganador de la WS100 en 2007 y 2009, que estaba humildemente a las 5am sirviendo a los corredores del pelotón con una sonrisa en la cara. Una pena no tener la cámara a mano! Lo de los voluntarios merece mención aparte. Fue la carrera más atenta que jamás he visto. En todos, todos, los avituallamientos, en cuanto apuntaban tu número llegaba un voluntario a ver qué podía hacer por ti, te cogía los bidones y te los rellenaban a la carta, con lo que dijeses. Te traían comida, esponjas, hielo. Todo hasta que decidías irte. Ni en un hotel de lujo! Chapeau para la organización.

Desde la Autopista 49 hasta la meta me sentí fuerte, algo que también me ocurrió al final del UTMB. Adelantamos varios corredores, cruzamos el legendario “No Hands Bridge” (km 156) con mi hermano marcándome un ritmo no acorde con el momento de la carrera. Última subida. Llegamos a Auburn. Qué emoción, estoy llegando a la pista de atletismo final de la carrera con mi hermano, y mis padres esperando a la entrada de la pista!! Sin palabras. Doy la vuelta a la pista mientras el comentarista habla un poco de mí y recuerda a mi mujer, que sufrió toda la preparación y no pudo venir, y a mi equipo de apoyo. Lo conseguí! 26 horas y 36 minutos después, con 3 kilos menos que en la salida, la hebilla era mía! O más bien…nuestra…gracias familia!!


Video: Últimos segundos de la entrada en meta

En la meta con Gordy Ainsleigh, el fundador de la WSER y pionero de las carreras de 100 millas.

Puesto final: 127 de un total de 371 corredores que empezaron, y 254 que terminaron (el 68,5%).

Con mi hermano y Pacer tras recibir la hebilla de bronce.

La bonita hebilla de bronce